jueves

LUIS BRITTO GARCÍA ( Venezuela)











LA CANCIÓN

Adiós, pájaro de precio
que me brindaste tu trino
Para ti queda la jaula
para mí queda el camino.

Deliró todo el tiempo.Delirios en los que entraban pesadillas
con las formas de los órganos que habían sido tocados por los
lanzazos.

Agua de tinajero, que aleja las fiebres. Si muere, el alma volverá
siempre a este pueblo con las lluvias.

Me dio el soroche y me dio la fiebre en medio del hielo y todo
eso era patria. Patria es donde uno pisa, dijo el abuelo.

Antes de morir, el abuelo Macedonio Luque dijo tráiganme una
guayaba. Yo tardé lo más posible en arrancar del jardín esa guayaba
porque sabía que en arrancándosela se iría el abuelo.

Cuando nos expulsaron de las tierras que le habían prometido al abuelo por sus servicios en Ayacucho, le encomendé a mamá el
pedazo de papel descolorido con los grados y los ascensos, le encargué que lo cuidara, que a mi regreso lo tuviera.

Dejé familia, al azar de los caminos. Tomaba rumbo para donde oía
las canciones.

Di en cantar. Desprecié los copleros que me retaron.Dirigí el
alazán en busca del padre de todas las canciones.

El padre de todas las canciones hace tiempo que se me huye.
Le doy cita en las fiestas, en las peleas, en las coplas, que vuelan
más rápido que los pájaros.

Al padre de todas las canciones lo encontré al fin después de
tantos años. Estaba tan viejo, que su voz ya no sonaba.

Lo clavé de un lanzazo contra el arpa, por rencor de no haber oído
la canción tan hermosa con la que hubiera podido vencerme.

Yo canté contra mí, pero mi voz daba odio. Cabalgué con las montoneras; y maté tantos hombres, por ver si era la del dolor
la canción más hermosa entre todas.

Me dejé aprisionar, por saber si la voz, al tratar de escapar,de
la canción más hermosa entre todas.

Tuve tantas mujeres, por saber si la canción que se olvida es la más hermosa entre todas.

Renuncié a la memoria, por saber si la canción que se olvida es la más hermosa entre todas.

Supe, al final, que se estaban yendo las canciones.

Las canciones se iban por temor de que yo pudiera encontrar la más hermosa entre todas, que les avergonzara y las empequeñeciera.

No volvía a cantar más, y morí de pesadumbre.

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