miércoles

"Mario Benedetti, El Eterno Exiliado" - Entrevista de Venko Kanev


EL ETERNO EXILIADO[1]
Entrevista de Mario Benedetti por VENKO KANEV

V.K: Gabriel García Márquez ha dicho varias veces que cada línea de sus obras corresponde a la realidad…

M.B: Sí. Muchas veces Gabriel García Márquez establece una relación directa con la realidad. Lo que tiene una clara presencia en su obra es lo fantástico y cuando él pasa este nivel en general todo es imaginación. Pero cuando escribe la historia de su país en Cien años de soledad es más realista. Por otra parte no se puede confiar siempre en las palabras de los escritores por que éstas también pueden ser fantásticas. A mí me parece y no es un elogio ni una crítica sino la constatación de un hecho de que en el caso de García Márquez la relación entre la invención y el lector es más directa mientras que en el caso de Carpentier se observa un plan más riguroso, un uso más elaborado de lo fantástico popular.

V.K: En cierto sentido se trata de diferencias sustanciales…

M.B: Por eso titulé mi último libro Con y sin nostalgia, porque en los últimos años en mi país ocurrieron cosas maravillosas por las cuales experimento nostalgia y cosas de pesadilla. Y en esta realidad hay algo de lo real maravilloso, de lo real “espantoso”, de lo real “horroroso”. Algunas cosas recuerdo con nostalgia, otras sin nostalgia. El exilio tiene un largo historial en América Latina. Diferentes términos designaron el mismo fenómeno. En determinadas épocas prevalecieron los términos “destierro” y “desterrado”. En otras, “exilio” y “exiliado” alternaban con “asilo” y “asilado” junto a “exiliado” y “exiliar”. Se mantuvo el uso de “refugiado” y en determinadas ocasiones “expatriado”. El exilio fue a veces individual, personalizado, otras veces adquirió las proporciones del éxodo. En la contemporaneidad predomina, al parecer, el término “exilio” que asumió en gran medida las connotaciones de los demás acentuando, quizás, su propia connotación política. No obstante los términos empleados, el exilio presentó siempre características similares en el plano económico, social y político. A partir de esta similitud es posible retroceder en el tiempo e indagar sobre el fenómeno en diferentes épocas. En un amplio sentido de la palabra el exilio se dio en todas las formas y colores a lo largo de la historia de América Latina. Desde esta perspectiva, los orígenes del exilio se pueden rastrear hasta la llegada de los primeros conquistadores a América. Ya Colón arrancaba a los indígenas de sus tierras y los encerraba en campos fortificados que Alejo Carpentier llamó de concentración en su novela El arpa y la sombra. Los indígenas, sometidos a la esclavitud, dominados y diezmados por una raza extraña, comenzaron a sentirse desplazados en su propia casa para inaugurar así una variedad del exilio. Durante la Colonia y también ya lograda la Independencia, la condición de exiliados no ha dejado de existir para los primeros pobladores del subcontinente. Las comunas indias desterradas hacia la zona desértica, los indios marginados en la ciudad, etc., comprueban este hecho. Libros de testimonio como el de Elizabeth Burgos Me llamo Rigoberta Menchú muestran la envergadura y la profundidad del problema. Cinco siglos después del descubrimiento de América, los indígenas se consideran gobernados por extranjeros, desconocen el español, están privados de sus derechos, etc. Esta visión un tanto apocalíptica induciría a pensar que el continente Americano es un gran campo de exiliados para una gran parte de sus habitantes. Si sumáramos a estos los esclavos africanos sacados a la fuerza de sus países, el alcance del fenómeno adquiriría proporciones aun mayores. Abolida la esclavitud, olvidado el origen al cabo de varias generaciones, persisten todavía los males propios del exilio y sobre todo la discriminación en todas sus formas. Estos problemas son tratados de costumbre con otra terminología desde perspectivas diferentes como transculturación, mestizaje, etc., que sin embargo no invalidan ni excluyen el punto de vista del exilio.

En tiempos de la Colonia el exilio adquirió modalidades e itinerarios diferentes. La Corona Española enviaba allende el océano a los indeseables y los inoportunos. Junto con los soldados salían rumbo a América en calidad de desterrados por razones ético-morales, económicas, y otras prostitutas, truhanes, pícaros, hidalgos venidos a menos o simplemente colonos. Es ilustrativo al respecto el relato Camino de Santiago de Alejo Carpentier. Al mismo tiempo los virreyes desterraban en dirección a España a los criollos rebeldes que ya ansiaban a la Independencia para tenerlos bajo su vigilancia. Este fue el camino recorrido por el insigne pensador cubano José Martí. No era ésta la única travesía que tenían que emprender los desterrados durante el periodo colonial: muchos de ellos se encaminaron hacia los Estados Unidos cuando estos lograron su Independencia, como el famoso poeta romántico Nicolás Heredia quien dedicó emocionantes poemas a la patria lejana. Muchas veces los exiliados encontraron refugio en otras colonias de América.

América Latina fue benévola con las naciones europeas cuando sus ciudadanos buscaron en masa la fortuna en sus tierras. Inmigrantes por razones económicas, en exilio voluntario o involuntario, estas personas padecieron los males del exilio. Millares de refugiados fueron acogidos en tierras americanas cuando las guerras mundiales devastaban el continente europeo o cuando la Guerra Civil hacía estragos en España.

[1] Fragmentos de una entrevista a Mario Benedetti. En Novela y Exilio. Ver Blog. Publicaciones Académicas.

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