lunes

LITERATURA DE LOS AZTECAS


JUEGO DE PELOTA FUNESTO

Juega a la pelota Huémac; juega con los dioses de la lluvia y de la tierra.
Le dijeron los Tlaloque: ¿Qué ganamos al jugar?
Huémac responde: - Mis jades, mis plumajes de quetzal.
Luego los dioses dijeron: - Eso mismo ganas tú: Nuestras verdes piedras finas, nuestras plumas de quetzal.
Ya juegan a la pelota: Huémac el juego ganó.
Ya vienen los dioses a cambiar lo que han de dar a Huémac: en vez de plumas de quetzal, le dan mazorcas tiernas de maíz, en lugar de plumas finas, le dan mazorcas con verde hoja, con lo que dentro contienen.
Huémac recibir no quiso: - ¡ No es eso lo que aposté! ¿No eran jades?
¿No eran plumajes de quetzal?
¡Eso quitadlo de aquí!
Dijeron los dioses: - Bien, dadle jades, dadle plumas. Y tomaron sus dones y se fueron llevando sus tesoros.
Y en el camino decían: - Por cuatro años escondamos nuestras joyas: hambre y angustia han de sufrir.
Y cayó hielo tan alto que a la rodilla llegaba; se perdieron los sustentos y en pleno estío cayó hielo. Y tal era el ardor del sol que todo seco quedó:
árboles, cactos, agaves, y aun las piedras se partían estallando ante el reverbero del sol.


RESTITUCIÓN BONDADOSA

Pasados los cuatro años de que el hambre reinaba en ellos, allá por el Cerro de las langostas (Chapultepec), aparecieron los dioses de la lluvia. Allí donde el agua se extiende. Y en el agua fue subiendo una mazorca tierna; el sustento.
Un tolteca que estaba allí cuando vio aquella mazorca con ardor se abalanzó a ella y la tomó y comenzó a morderla.
Sale del agua el dios que da las provisiones (Tláloc), y le dice:
-¿Sabes tú qué es eso?
-¡Bien que lo sé, oh dios mío, pero ha tanto tiempo que lo perdimos!
Siéntate y espera allí: voy a hablar yo con el rey. Se hundió en el agua y a poco del agua emergió trayendo una brazada de mazorcas tiernas. Y dijo:
-Anda, hombre; tómalas y velas a dar a Huémac.

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