domingo

SILVIA EUGENIA CASTILLERO (México)


LOS SAPOS
Antes estelas verdeando sobre el agua, cada uno a su turno salía boquiabierto para luego internarse en lo profundo. Ahora sacan la cabeza, no vuelven a hundir sus alargados cuerpos. Del espesor del río ninguno zigzaguea para vencer corrientes ya cálidas o heladas.
Se abandonan al movimiento quebradizo que los orilla como piedras reblandecidas. Corroidos sus miembros al contacto del sol, la lluvia los arrastra. Las charcas quedan habitadas por estos injuriosos que enturbian las aguas, estos mezquinos sacos de avaro.

EL BUITRE

Está enjuto y comprimido, calvo de tanto encierro. Todavía conserva su capa negra bordeada de armiño y su mirar penetrante, pero la vejez se advierte en su piel, plegada en sí misma sin poder ceñir el gran volumen de antes. En su celda hay unos cuantos troncos que simulan un banco, ahí trepa y permanece con su espinazo cada vez más doblado. Aún percibe las corrientes de aire, despliega sus alas y vuela como lo hacía en tiempo de hazañas, cuando se abandonaba a las columnas de viento cálido agitadas entre las rocas, hasta ascender muy alto en espiral.Pronto estrella su cuerpo desplumado contra los barrotes y el ímpetu cesa. Los guardias acuden a causa del ruido, él retrocede, se finge minúsculo y esconde su corvo y filoso pico. Se ha vuelto temeroso, lento y opaco en sus furores. Desde su captura le suspendieron la carne para volverlo prudente, su palidez de vegetariano le da aspecto débil, parece un cuervo melancolólico perchado de un árbol seco.

ZOLILOQUIOS
Edición bilingue español/francés,trad. Claude Couffon,
Editions Indigo, Paris, 1997.

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