miércoles

RUDY GERDANC (Argentina)


LA MOSCA


Persiguió la mosca con mirada de odio. "Si me volvés a cagar la hoja te reviento", pensó mientras intentaba concentrarse en la lectura. En vano. La muy atrevida regresó, se posó en la página ciento dos, sobre la "i" , frotándose las patas en forma histérica. Cerró violentamente el libro con la obvia intención de liquidarla.
Tardó unos segundos en ubicarla. Cuando lo hizo tomó el libro y afinando la puntería dio un certero raquetazo.
La vio caer aún pataleando. Se acercó, tomó la lupa y vio a su esposa ensangrentada.



LA FLAMA VIVIFICADORA


Mi verdadera vocación cuentística viene de familia. Papá era un extraordinario narrador de cuentos. Era tan hábil que muchos de ellos me los hacía vivir, no sólo con los más lúgubres detalles sino con escenas explícitas, decorados y demás artilugios característicos del género.
El último que me contó fue uno de los más patéticos que jamás haya escuchado persona alguna.
Una tarde regresé de mis largas vacaciones en la casa de campo del abuelo, el padre de mi padre, otro versado en la materia.Al abrir la puerta fruncí la nariz, algo olía mal, un hedor nauseabundo a pescado podrido flotaba en el ambiente. Me dirigí al cuarto de mi padre y lo vi tirado en su cama, en estado deplorable, con los ojos cerrados y la boca medio abierta, de la cual salía una larva blancuzca.
No lo pensé dos veces, rocié su cuerpo con alcohol de quemar y le prendí fuego.
Entre la flama, el cadáver comenzó a bailar como si estuviese vivo.


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